Es la primera novela de la colección Las aventuras del capitán Alatriste, publicada en 1996 y escrita por Arturo Pérez Reverte y su hija, Carlota.
La saga está compuesta por siete libros y el último, El puente de los asesinos, se publicó en 2011. Se introducen dentro del género de las novelas de capa y espada.
La aventura está inspirada en el Siglo de Oro español, por lo que muchos datos históricos se asemejan a la realidad. Es una mezcla de literatura juvenil con crónica ficticia.
Personajes de El capitán Alatriste
Diego Alatriste y Tenorio: el capitán Alatriste. Regresa de la guerra y malvive trabajando como espadachín a sueldo. Es contratado para dar un escarmiento a dos ingleses herejes que vienen de visita a Madrid.
Íñigo Balboa: narrador de la novela. Actúa de criado y paje del capitán Alatriste.
Luis de Alquézar: secretario del rey que interviene en la orden de acabar con los transeúntes ingleses.
Conde de Olivares: válido del rey de España, Felipe IV. También participa en la emboscada a los ingleses, pero manda que no se les mate.
Gualterio Malatesta: sanguinario sicario italiano que trabaja para Alquézar. Es el otro espadachín contratado para llevar a cabo la tarea.
Emilio Bocanegra: presidente del Santo Tribunal de la Inquisición. Es quien ordena que los extranjeros deben ser erradicados, no solo asustados.
Don Francisco de Quevedo: personaje basado en el poeta, es amigo del capitán Alatriste y lo ayuda en sus aventuras, pero sobre todo lo acompaña en la Taberna del Turco.
Álvaro de la Marca: conde de Guadalmedina. Es quien le aporta al capitán Alatriste la verdadera identidad de los ingleses.
Resumen de El capitán Alatriste
La novela comienza con Íñigo, el narrador, haciendo un breve resumen de la historia a forma de introducción. Explica por qué conoce la historia del capitán Alatriste: es hijo de Lope Balboa, otro soldado que sobrevivió junto al protagonista en la guerra de Flandes y que se convirtió en su mejor amigo. Íñigo cuenta la historia porque, tras la muerte de su padre, sirve al capitán Alatriste.
El comienzo de la novela es en la Taberna del Turco en la que debaten el capitán Alatriste, Francisco de Quevedo (que tiene por costumbre desafiar a sus acompañantes a un duelo cuando va borracho), Dómine Pérez, un padre jesuita que pone paz en la taberna, y el Licenciado Calzas, todos amigos.
Antes de que puedan enzarzarse en una tonta pelea de bar con otro grupo, aparece Martín Saldaña, otro soldado que combatió con el capitán Alatriste y Lope Balboa en la guerra de Flandes, pero que consiguió un puesto bastante mejor: teniente de alguaciles.
Es Saldaña quien le ofrece el trabajo sobre el que tratará la trama. Saldaña es solo el mensajero, no conoce los detalles de la tarea.
En un callejón oscuro de una de las peores partes de Madrid, el capitán Alatriste se encuentra con dos enmascarados que le aportan las aclaraciones del trabajo a realizar. El primer enmascarado le comunica que no debe haber muertos y tampoco mucha sangre.
En la escena también se encuentra un tercer hombre que, por su aspecto, Alatriste intuye que es otro espadachín que conoce bien el negocio.
A continuación, añaden más detalles: los dos hombres a los que deben emboscar son dos extranjeros jóvenes, cuyos nombres no importan, ya que viajan de incógnito.
Añade el primer enmascarado que el asalto debe parecer que ha sido realizado por dos granujas, por lo que deberán robar todo lo que lleven, sobre todo cartas y documentos.
El segundo enmascarado, que apenas había hablado, abandona la sala repitiendo que no debe haber muertos. Es entonces cuando aparece un fraile, Emilio Bocanegra.
El primer enmascarado les explica que el hombre que se acababa de ir pertenece a la alta política (al final se sabrá que era el conde de Olivares). Sin embargo, en su ausencia, les comunican a los dos espadachines que deben neutralizar a los objetivos.
Alatriste titubea al principio, pero al final ambos acceden por insistencia de Bocanegra. Este les informa de que los extranjeros son dos herejes que deben ser erradicados.
La novela transcurre con relatos de la vida de la época contados desde el punto de vista de Íñigo. Habla de los días en la Taberna del Turco, de la guerra de Flandes y la tregua firmada por el rey Felipe III con los holandeses, y también de cómo se enamora de Angélica de Alquézar, hija de Luis de Alquézar.
El episodio acontece cuando Íñigo la ve pasar en un carruaje: «Para mí, la jovencita rubia de la carroza era solo una visión celestial, maravillosa, tan lejos de mi pobre condición mortal como podían estarlo el sol».
Un día, unos pillos lanzan bolas de barro al carruaje e Íñigo los detiene. Es ahí cuando puede presentarse a Angélica, quien lo mira, impasible, y no le responde. Solo sonríe enigmáticamente.
Llega el día en el que Alatriste y Malatesta deben hacer la emboscada. El protagonista espera entre las sombras a la llegada de los herejes y reflexiona sobre las personas que ha matado. Once en total.
Por fin llegan los dos ingleses y los espadachines se lanzan sobre ellos. Sin embargo, cuando parecía que por fin iban a acabar con sus objetivos, el extranjero que se defendía de Alatriste salta sobre su compañero que yace en el suelo, herido por Malatesta y, sin ninguna intención de protegerse, pide cuartel para su acompañante.
El protagonista se extraña de los rasgos y gestos del inglés y le pide al sicario italiano que no lo mate. Malatesta intenta matarlos igualmente, pero Alatriste lo detiene y este se marcha, prometiéndole que lo volverá a ver, en tono de amenaza.
Cuando los emboscados consiguen recuperarse, dicen estar en deuda con Alatriste. Los tres hombres acuerdan que el incidente no debe saberse y los supuestos herejes le piden ayuda para alcanzar un lugar en el que estar seguros. Tras varias negativas, el protagonista accede.
Los lleva a la casa de Álvaro de la Marca, conde de Guadalmedina, un conocido rico y con contactos en la Corte que podrá ayudarlo, ya que Alatriste se ha metido en un buen lío al no matarlos.
El conde le asegura que esos hombres no son quien él piensa. El que había sido herido por Malatesta se llamaba Jorge Villiers, el marqués de Buckingham, y válido favorito del rey de Inglaterra. El otro supuesto hereje es ni más ni menos que el príncipe de Gales y también futuro Rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda.
El joven inglés asegura que, aunque nunca llegue a saberse el incidente, siempre recordará el nombre de Diego Alatriste, quien pudo matarlo y no lo hizo.
Al día siguiente se conoce el motivo del viaje de los dos ingleses: habían viajado de incógnito para conocer a la infanta doña María, hermana del rey Felipe IV, con quien tenía intención de casarse.
La noticia corre como la pólvora por las calles de Madrid y todo el mundo acude a la casa de las Siete Chimeneas para ver al príncipe. Alatriste amanece en casa de Álvaro de la Marca, quien le pone al día de los asuntos de Palacio: el joven inglés quiere realizar la boda cuanto antes, pero la corona española y el conde de Olivares desconfían de las intenciones del británico.
A ver al príncipe también acude Íñigo, quien vuelve a ver a Angélica y charla con ella. Sin embargo, el hombre que la acompaña en el carruaje lo mira con desdén e impide que Angélica continúe con la conversación tras escuchar que Íñigo es el paje del capitán Alatriste.
Todo Madrid está de fiestas y celebraciones. Sin embargo, Alatriste se encuentra expectante ante un posible ataque.
Finalmente, Saldaña toca a su puerta al atardecer. Su trabajo es llevarlo detenido para hablar con alguien que mantiene el misterio. Discuten, pues Saldaña se entristece de tener que llevarlo ante lo que parece una muerte segura. Íñigo los sigue sin ser visto.
Alatriste es llevado a una casa abandonada y oscura en la que se encuentra organizado una especie de tribunal. Falta el enmascarado que había pedido poca sangre. El primer enmascarado y Emilio Bocanegra interrogan al protagonista, pero lo dejan marchar.
Afuera, escondido en las tinieblas, lo espera Íñigo, quien ha podido observar dos sombras en una casa vecina. Nada más salir, Alatriste es asaltado por Malatesta y sus hombres, pero lo salva Íñigo al disparar a los malhechores. La pelea continúa y finalmente el sicario italiano le desvela su identidad, justo antes de desaparecer entre las sombras, jurando matar al capitán Alatriste algún día.
Continúa la fiesta en Madrid con motivo del noviazgo de los príncipes e Íñigo relata cómo, a pesar de las celebraciones, él y Alatriste se encuentran en constante vigilia.
Íñigo vuelve a encontrarse con Angélica e intercambian algunas palabras, aunque el paje puede intuir bien que eso para ella no es más que un juego ya que a pesar de ser una niña, ve en ella una maldad y frialdad extraordinaria. Le anuncia su intención de acompañar al capitán Alatriste al corral de comedias la noche siguiente.
El protagonista, Íñigo y sus amigos consiguen entrar para ver el estreno de Lope, El Arenal de Sevilla. Sin embargo, pronto se da cuenta Alatriste de que cinco hombres lo vigilan. En mitad de la comedia, estos se abalanzan sobre él. Para sorpresa de todos, Alatriste consigue salvarse gracias a la intervención del príncipe de Gales y el marqués de Buckingham, quienes estaban en deuda con él.
Al final de la novela, Alatriste es llevado al Alcázar real donde cree que va a morir. Aquí es cuando se da cuenta de que el enmascarado que no pedía sangre era, efectivamente, el conde de Olivares.
Tras una larga conversación con el válido y con el secretario del rey, Luis de Alquézar, se descubre la enmarañada trama que había montado este con Emilio Bocanegra.
Finalmente, el conde de Olivares entrega al capitán Alatriste una carta firmada por el príncipe de Gales que asegura que todo súbdito de la corona británica debe proteger y ayudar al capitán cuando sea necesario. El capitán Alatriste es puesto en libertad.